Una parte de mis vacaciones del verano 2021 la pasé viajando con autocaravana por el suroeste de Andalucía y Extremadura. Personas maravillosas, comida fantástica, paisajes y playas muy bonitas. En la primera escapada con autocaravana, al suroeste de Galicia, reflexioné en referencia a la contextualización y adaptación. En esta segunda escapada voy a reflexionar en torno a la planificación del viaje y más concretamente a su nivel de concreción.

Unas semanas antes de iniciar el viaje acordamos un plan de ruta. Este plan incluía los municipios y playas que íbamos a visitar, el tiempo previsto que pasaríamos en cada lugar y también dónde pernoctaríamos.

El plan de ruta y una APP de autocaravanas fueron nuestras herramientas de planificación y aterrizaje operativo. El viaje fue genial y afortunadamente no tuvimos ningún incidente. Visitamos lugares fantásticos (incluso llegamos a la cueva de Batman) y nos lo pasamos muy bien. Sin embargo durante el viaje tuve la sensación de dedicar un tiempo excesivo al aterrizaje del plan de ruta. Es cierto que estábamos de vacaciones. Queríamos desconectar y disfrutar del momento presente. Hacer lo que nos apeteciera en cada momento. De hecho, uno de los principios que nos marcamos antes de iniciar el viaje fue que si estuviéramos a gusto en un lugar, nos íbamos quedar una o dos noches más. Vamos, que el plan de ruta era una pequeña guía abierta en todo momento a modificaciones.

El principio de modificar el plan de ruta me parece muy acertado y por supuesto que no lo cambiaría. Ahora bien, el hecho de tener que estar constantemente tomando decisiones respecto al lugar en el que pernoctar, cambiar aguas, comprar,... fue tremendamente agotador. En ese momento me hubiera gustado tener un plan de ruta más detallado. El seguir al 100% el detalle del plan de ruta es otro cantar, pero de verdad que más de un día me hubiera limitado a seguir lo planificado.

¿Y por qué esta reflexión en este blog? Pues porque precisamente esto es lo que nos puede ocurrir con la programación didáctica y la programación de aula. Cuando más detallada sea la programación didáctica menor será la carga cognitiva que tendremos en su aterrizaje (programación de aula). Ahora bien, debemos tener muy presente que la programación didáctica no es el plan de ruta de un viaje con autocaravana. Se trata de un documento formal que marca las reglas de desarrollo de un procedimiento administrativo. Por tanto, es necesario ser hábil en su redacción. Concretar aquello que se pueda concretar y utilizar un mayor margen de maniobra en aquellos aspectos en los que podemos hacerlo.

El modelo educativo y la metodología que utilicemos para el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje determinará notablemente el nivel de concreción de la programación didáctica. Por ejemplo, si utilizamos el modelo propuesto por el Proyecto Roma, la programación debe ser muy abierta, fundamentalmente porque la asamblea y la construcción social del currículum son estrategias centrales de este modelo. Si utilizamos un modelo menos socioconstructivista (o más conductista) puede resultar muy interesante incrementar el nivel de concreción.

En cualquier caso, los aspectos relacionados con la evaluación y la calificación deben quedar "bastante" definidos en la programación didáctica y recomiendo no cambiarlos durante el curso. Son apartados foco de conflictos. Por otro lado, la distribución temporal, el tipo de actividades y las tareas de aprendizaje pueden quedar más o menos abiertas, pero su aterrizaje es más flexible. En estos apartados, siempre en función del modelo educativo que apliquemos, recomiendo concretar bastante y adaptar el aterrizaje (programación de aula) a las necesidades e inquietudes presentes del alumnado.

Por ejemplo, en la distribución temporal de la programación didáctica se puede indicar que después del resultado de aprendizaje (RA) 1 irá el 2 (ejemplo de FP) o que después del criterio de evaluación (CE) 3 irá el 4 (ejemplo de primaria o secundaria). Podemos determinar también que para el desarrollo del RA 2 o del CE 4 se deberán resolver las tareas 1, 3 y 7. Perooooo ¿Qué ocurre si el alumnado prefiere estudiar antes que el RA 1 el RA 2 y tú, como docente, consideras que este cambio requiere de un aterrizaje basado en un proyecto de investigación en lugar de la resolución de 3 tareas? Pues en ese caso, si está justificado y todos estamos de acuerdo, lo cambiamos y punto.

La programación didáctica marca las normas del juego de un procedimiento administrativo (evaluación y calificación), pero sobre todo es una herramienta de planificación docente. La programación didáctica no un corsé, pues si así fuera no serviría de nada y menos aún en una sociedad en la que necesariamente debemos estar constantemente adaptándonos a los cambios (docentes nómadas en territorios sedentarios).

Creo que esta no será la última reflexión de este viaje, pero por hoy ya hay bastante. Feliz miércoles,

Raül

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