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Segundo y último post de la serie en la que resumo el libro de «Los peligros de la moralidad». En el POST ANTERIOR me centré en los 4 primeros capítulos. Hoy cierro la serie con los 4 últimos.

Vamos al lío...


La moralidad en el mundo moderno.

La cultura del victimismo.

Actualmente, hemos llegado a una situación con «sobredependencia legal», una atrofia para poder afrontar pequeños problemas interpersonales.

Parece que cuanto más igualitaria es una sociedad, más agraviados nos sentimos por cosas cada vez más pequeñas.
Pablo Malo

Pablo Malo cita a Campbell y Manning, quines postulan que:

  • En los siglos XVIII y XIX la mayoría de las sociedades pasaron de la cultura del honor a la cultura de la dignidad. Es decir, de una cosa externa (la reputación) a una cosa interna (la dignidad). La cultura del honor conllevaba conductas violentas. En el contexto de la dignidad, las ofensas mayores (robos, incumplimientos de contratos...) se llevan a los tribunales y las ofensas menores se arreglan personalmente.
  • Actualmente, está produciéndose un cambio de la cultura de la dignidad a la cultura del victimismo. Las personas son muy sensibles al insulto y no responden personalmente, sino que se buscan la ayuda de terceras partes. Cualquier conflicto se judicializa.

En las sociedades occidentales actuales se busca el estatus de víctima porque las víctimas son percibidas como moralmente superiores.
Pablo Malo

El crecimiento de la hipersensibilidad al mal.

Pablo Malo argumenta que ha aumentado la sensibilidad a las experiencias y conductas negativas y también se tiene más en cuenta el mal por omisión (no solo por comisión). Con el paso del tiempo, apenas sin darnos cuenta, se han aceptado criterios cada vez más subjetivos. Si yo me siento traumatizado es que he sufrido un trauma. Esto tiene una doble vertiente:

  1. Puede considerarse como un «progreso moral» porque permite identificar formas de abuso o discriminación que previamente eran toleradas. Ahora las consideramos intolerables y se puede facilitar ayuda profesional para evitar el sufrimiento personal. Esta vertiente es evidentemente positiva, porque conlleva una sociedad más equitativa y con más empatía.
  2. Puede incrementar el número de personas que se identifican como «víctimas», de forma que pasan de agentes morales a solo pacientes morales. Esta vertiente es evidentemente negativa, porque conlleva una sociedad más reactiva (y «quejica»).

La práctica de la difamación ritual y la indignación moral en la era digital.

En las redes sociales es común asistir a auténticos linchamientos contra personas que salen de la ortodoxia en cuestiones de sexo, raza, justicia social... La difamación ritual se utiliza para herir, intimidar, destruir y evitar el diálogo, el debate y la discusión. Este contexto provoca que los mensajes públicos, los «reels» los «X», no sean de fiar. No siempre se expresa lo que realmente se piensa pues puedes ser víctima de la difamación ritual. Las personas prudentes prefieren no opinar abiertamente sobre algunos temas o hacerlo de manera excesivamente diplomática (que no sincera).

Es posible que el mundo real sea cada vez más una extensión del mundo digital y no al contrario. Hay varios estudios que demuestran que en las redes sociales, los mensajes con contenido moral se expanden en mayor medida. Atendiéndonos a esta realidad, hay que tener cuidado con aquello que se expresa. Cualquiera puede ser víctima de la «cultura de la cancelación», una tendencia a poner fin a la carrera de una persona por violar las «normas morales».

La indignación moral y las cualidades que señala nos hacen atractivos como socios colaboradores y como posibles parejas.
Pablo Malo

El exhibicionismo moral.

Debatir en público sobre la moralidad es positivo, porque hay que poner sobre la mesa las diferentes posibilidades y llegar a acuerdos. Ahora bien, el exhibicionismo moral (usar el discurso moral para que los otros hagan determinados juicios deseables sobre un mismo; un proyecto personal de vanidad) es un extremo negativo del discurso moral.

La «hipótesis del mundo justo» consiste en creer que el mundo es un lugar justo, ordenado y predecible en el cual las personas tienen lo que se merecen y se merecen lo que tienen. Nuestra necesidad de vivir en un mundo justo y predecible es tan grande que, si algo pone en entredicho esa creencia, reinterpretemos la situación para ajustarla. Una forma de hacer esto es reinterpretar la conducta o la personalidad de una víctima.

Varios estudios demuestran que en ocasiones moralizamos por egoísmo. Al menos moralizamos más si nos podemos beneficiar de esta moralización. Un ejemplo serían determinadas conductas contra la COVID-19.


La nueva religión de la Justicia Social Crítica

Pablo Malo realiza una descripción histórica reciente:

  • A partir de los años 60 del siglo pasado, se pasa del escepticismo radical de las propuestas religiosas a una postura pesimista según la cual no es posible conocer y no existe una verdad absoluta.
  • A partir de los años 80 se posiciona lo que se denomina «academicismo de la Justicia Social», que parte de los derechos civiles y el movimiento progresista y liberal. Se pasa de lo «es» a lo «tiene que ser», es decir, de una filosofía a una ideología.
  • Desde el 2010 hasta la actualidad se afirma que el conocimiento objetivo es imposible. El conocimiento es una construcción del poder y que la sociedad está compuesta por sistemas de poder y privilegio que es necesario deconstruir.

Es muy diferente que alguien te diga que tus ideas son erróneas y estás equivocado a que alguien te diga que eres malo, que eres un nazi, un sexista y un racista.
Pablo Malo

La Justicia Social Crítica no solo es considerada en posesión de la verdad científica o epistémica, también es considerada en posesión de la verdad moral (superioridad ante otras ideologías).

Pablo Malo cita a varios autores que mantienen, con pruebas robustas, que la Justicia Social Crítica se ha convertido en un movimiento religioso de raíces protestantes.

Los tiempos extremadamente morales que estamos viviendo es una combinación de dos cosas: nuestra mente moral humana y el colapso de la religión tradicional.
Pablo Malo


Los problemas y los peligros de la moralidad.

Pablo Malo señala 3 razones principales que justifican que la moral es mala:

  1. Cuando un problema o un conflicto se convierte en moral, es más difícil resolverlo y llegar a acuerdos. La moral afecta a la conducta, no solo obliga a hacerlo en el ámbito individual, también obliga a los otros a hacerlo. Si yo estoy en posesión de la verdad moral, me veo legitimado (obligado) para recortar las acciones, los derechos y las libertades a los que no siguen ese mandamiento moral.
  2. Las sociedades morales tienden al autoritarismo, la jerarquía, el elitismo y la desigualdad. Las connotaciones morales de conceptos como la lealtad o el patriotismo se han utilizado para condenar de traidores y criminales a los reformadores y críticos. Los que han dicho que está bien y que está mal históricamente han sido los que mandan. La moralidad se ha usado para justificar el «statu quo» y mantener las estructuras jerárquicas.
  3. La moralidad promueve guerras y genocidios. Hemos sido diseñados para cooperar, pero únicamente con algunas personas, dentro de un grupo. Nuestra mente es tribal: Nosotros/Ellos.

Uno de los grandes peligros es que las ideas religiosas están en la política [...]. Si crees que tus oponentes políticos ordinarios no están simplemente equivocados, sino que son el mal, has dejado de hacer política y empezado a hacer religión.
Joseph Bottum

La moralidad es una adaptación para poner el Nosotros por encima del Yo, es decir, el grupo por encima del individuo, pero también para poner el Nosotros por encima del Ellos.
Joshua Greene

La violencia moralista.

La violencia se considera moral, no inmoral: por todo el mundo y a lo largo de toda la historia, se ha asesinado a más personas para imponer justicia que para satisfacer la codicia.
Steven Pinker

El autor nos enumera los 4 motivos que fundamentan todos los juicios, emociones y conductas morales:

  1. Unidad, compartir comunalmente.
  2. Jerarquía y autoridad.
  3. Igualdad.
  4. Proporcionalidad, el precio del mercado.

Pablo Malo formula las siguientes cuestiones enlazadas:

  1. ¿Tiene sentido castigar a las personas por actuar de acuerdo con sus convicciones morales?
  2. ¿Cómo acabamos con la violencia?

Para reducir la violencia debemos conseguir convertirla en inmoral.
Pablo Malo

Pero, ¿Cómo conseguimos que personas de distintas culturas y círculos morales acuerden una moral común?

Las relaciones morales son profundamente importantes para las personas. La moralidad consiste en la regulación de las relaciones sociales, en una especie de código de circulación de las relaciones personales.
Pablo Malo

Los problemas de la moral para la democracia.

La indignación moral supone que el individuo sienta ira y desprecio por la persona que amenaza sus valores sagrados y reclama que se castigue a esa persona. También piden el castigo para todas las personas que no pidan ese castigo, lo cual, personalmente me parece más grave.

Los valores y experiencias morales se diferencian de otras actitudes porque se experimentan como universales y como objetivamente correctos - nuestras convicciones son hechos- y porque mueven a la acción.
Pablo Malo

La moralidad es clave para el buen funcionamiento social porque activa normas de conducta que cohesionan. Ahora bien, a pesar de tener un efecto positivo dentro del grupo (endogrupo) puede ser una fuente de conflictos intergrupales (exogrupo).

La democracia parte de la humildad de pensar que hay diversas opciones legítimas y que la gente va a votar y elegir entre ellas. Si el juego democrático se contamina moralmente, lo que resulta es que tenemos un partido bueno y un partido malo, un partido que representa todo lo bueno y deseable mientras que el otro es la encarnación del mal y el demonio.
Pablo Malo

Pablo Malo enumera algunas posibles soluciones para evitar caer en un mundo de buenos y malos:

  • Aumentar la empatía y el sentido de compartir una misma humanidad, a pesar de tener visiones morales diferentes. Es decir, destacar todo el que nos une y no lo que nos separa.
  • Aumentar el contacto entre grupos diferentes puede hacer que nos demos cuenta que somos personas y no demonios.
  • Implicar los distintos grupos en objetivos comunes que requieran colaboración y apoyo mutuo.
  • Cambiar el lenguaje con el cual nos referimos al otro bando.
  • Las élites (léase: l@s polític@s) tendrían que cambiar su discurso y dar ejemplo.
  • Aumentar la comprensión de las formas en las cuales la moralidad nos divide.

Moral y ciencia.

El autor nos recuerda que la ciencia no nos dice lo que está bien y el que está mal. El mundo es amoral. La moral es una adaptación humana para la cooperación. Por esto, es un error hacer que los derechos dependan de la ciencia.


El futuro de la moralidad.

Pablo Malo señala algunas de las cosas que podemos hacer para conseguir potenciar la colaboración sobre el tribalismo, dos actuaciones que se derivan de la moral:

  • Utilizar la menor moralización posible.
  • Reducir el lenguaje moral y los planteamientos morales a su mínima expresión. Se trata de explicar mi postura sin recurrir a los planteamientos del bien y del mal.
  • El sistema y las normas morales que fueron útiles cuando vivíamos en pequeño grupo, puede ser que ya no sean útiles en el mundo actual. El objetivo es la cooperación y hay que llegar a ella sin pasar por la moral.
  • En la política, habría que sacar la moral de la vida pública todo lo que podamos y dejarla para el ámbito privado. Hay que despolitizar nuestras vidas.
  • Crear instituciones que pongan límites a los instintos morales para que nuestro tribalismo no se dispare. Por ejemplo, cambiando el diseño de las redes sociales: potenciando, entre otros, el diálogo sobre el reconocimiento individual (los «likes»).
  • Rediseñar las instituciones políticas para favorecer la cooperación y la colaboración sobre el enfrentamiento.
  • Sacar la ideología y los contenidos morales de nuestra convivencia diaria.
  • Dejar fuera del ámbito público el adoctrinamiento.
  • Fomentar el escepticismo en todos los niveles. Hay que dar espacio a la razón, la crítica (constructiva), la duda y los matices. No todo es blanco o negro y no tenemos por qué comprar todo el «paquete».
  • Renunciar a las certezas y admitir que nuestras decisiones y creencias pueden requerir ser corregidas.

Lo que realmente necesitamos es desarrollar el lado positivo de la moral y reducir el lado oscuro, lo cual es realmente complicado porque ambos aspectos están fuertemente ligados. Si aumentamos el sentido de la justicia, puede que esto haga que la gente se ofenda por injusticias cada vez más insignificantes y que reaccione con violencia moralista ante, digamos, infracciones cada vez más nimias.
Pablo Malo


El impacto de «Los peligros de la moralidad».

Como ya escribí al inicio del POST ANTERIOR: «Tal vez sea el libro que más me ha gustado de todos los que he leído este año. Claramente es una obra que te ayuda a comprender cómo funcionamos las personas».

Los últimos meses he tomado decisiones que no hubiera tomado antes de leer «Los peligros de la moralidad». Voy a citar las dos que posiblemente hayan tenido mayor impacto en mi día a día:

  1. He incrementado mi «templanza». Esta virtud estoica cada vez está más presente en mi vida. Me siento más cómodo en el punto medio. Alguien puede pensar que mantenerse siempre en el punto medio fomenta la estancamiento y que gracias a los extremos hemos avanzado como sociedad. Tal vez tenga razón (a corto plazo), pero tal vez no la tengan (a largo plazo)
  2. Me he apartado de todos los contextos que defienden posturas extremas, en cualquier de los bandos. Es decir, he salido de grupos de WhastApp y Telegram, he dejado de seguir a personas en Linkedin, Newsletters, Podcast, e incluso he dejado de asistir a algunas reuniones y seminarios a los que asistía con relativa regularidad. Cualquier postura extrema ha dejado de interesarme por completo. Desconfío de las personas que sostienen la verdad absoluta y de las que descalifican a las que piensan diferente. No creo que nadie sea un «vago» o un «facha» por pensar diferente. ¡Simplemente piensa diferente y punto!

Esta nueva postura ya me ha cerrado algunas puertas, pero, sinceramente, mejor no entrar en ese tipo de habitaciones. Cuando no comulgas al 100% con un grupo, como ya ha apuntado Pablo Malo, ese grupo te etiqueta como sospechoso. Uno ya lleva unos cuantos añitos en este mundo, unos cuentos libros leídos y sobre todo, unas cuentas horas de introspección realizadas. Todavía me queda mucho por aprender, seguro que cambiaré algunas de mis formas de pensar y proceder, espero que para mejor, pero ya vislumbro lo que es realmente importante en mi vida. Te puedo asegurar que no se me va la vida en discusiones. Tal vez la filosofía estoica también ha influido en esta postura personal.


Feliz miércoles.

Raül

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