Como ya te escribí en ESTE POST (Pragmatismo VS Reflexión), tengo entre manos el libro «El octavo hábito: de la efectividad a la grandeza».

La lectura llega a su final y seguramente dentro de unas semanas escribiré un post con el resumen de este libro. En ese momento compartiré contigo mi opinión, pero hoy tan solo reflexionaré al respecto de un concepto que me ha resultado muy interesante y a la vez tremendamente complejo de llevar a la práctica.


Enfocar y ejecutar

Covey afirma que inspirar a los demás para que encuentren su voz requiere de un estilo de liderazgo que:

  1. Modele: inspirando confianza sin esperarla (autoridad moral).
  2. Permita crear caminos: estableciendo orden sin exigirlo (autoridad moral con visión de futuro).
  3. Alinee: cultivando la visión y el facultamiento sin proclamarlos (autoridad moral institucionalizada).
  4. Faculte: liderando el potencial humano sin motivarlo externamente (autoridad moral cultural).

Estas cuatro características pueden identificarse con «roles del líder», que a su vez pueden clasificarse en:

  1. Rol de enfoque: modelar y encontrar caminos.
  2. Rol de ejecución: alinear y facultar.

Covey afirma que «Saber y no hacer, en realidad es no saber». Es decir, resalta la importancia del rol de ejecución. De hecho, indica que «suele ser mejor una estrategia modesta y una ejecución espléndida, que una estrategia espléndida y una ejecución modesta». Es cierto que hacer las cosas sin foco (sin enfoque) es similar a «ir por la vida como pollo sin cabeza», pero estoy totalmente de acuerdo con Covey: de nada sirve la reflexión sin acción.


Las brechas

En cuanto a la ejecución, Stephen Covey identifica 6 brechas de la ejecución:

  1. La claridad: no saber cuáles son los objetivos o prioridades.
  2. El compromiso: falta de implicación.
  3. La transposición: no saber individualmente lo que necesitas para ayudar al equipo.
  4. La posibilitación: falta de estructura, sistema o de la libertad para hacer bien el trabajo.
  5. La sinergia: no saber trabajar en equipo.
  6. La responsabilidad: no considerar a los demás responsables.

La propuesta del autor es:

  1. Aportar claridad con la identificación conjunta y reflexiva del propósito, de forma que se consiga implicación de todas las personas del equipo u organización. No basta con enunciar la misión y visión. Se tiene que vivir.
  2. Conseguir compromiso ofreciendo a todas las personas del equipo u organización el desarrollo integral como persona (mente, cuerpo, emoción y espíritu).
  3. Transponer las acciones alineando los objetivos con los resultados y dejando claro la contribución de cada persona con ese objetivo y ese resultado.
  4. Posibilitar alineando las estructuras con la cultura del equipo u organización y dotando de los recursos necesarios para hacerlo posible.
  5. Comunicar eficazmente para conseguir la sinergia y la elección de alternativas ganar/ganar. Obviamente, para esto se requiere aprender a trabajar en equipo, una destreza de la que se habla mucho pero de la que se sabe menos de lo que parece.
  6. Fijar responsabilidades claras, frecuentes, abiertas y mutuas, utilizando marcadores exigentes y alcanzables para cada persona del equipo u organización. Posteriormente confiar en que cada persona cumpla con su responsabilidad.

El autor enumera 4 disciplinas (4D) que pueden cerrar estas brechas de ejecución:

  1. Centrarse en lo extremadamente importante.
  2. Crear un marcador exigente.
  3. Convertir los elevados objetivos en acciones específicas.
  4. Hacerse mutuamente responsables todo el mundo.

No puedo estar más de acuerdo con Stephen Covey, ahora bien: ¿Cómo conseguimos salvar estas brechas de ejecución en una organización que no realiza una selección de personal efectiva? Es decir, una organización que aunque tenga definido el perfil de puesto que requiere, no tiene la posibilidad de seleccionar a una persona que pueda alinearse con su visión y misión.

Considero que es posible salvar estas brechas a través del diálogo y la confianza basadas en una estrategia íntegra y efectiva. Obviamente cumplir con lo que Covey bautiza como las 4D (las 4 disciplinas para cerrar las brechas de ejecución) puede ayudar muchísimo. Ahora bien, me viene a la cabeza, por ejemplo, un centro educativo público con más de 100 profesores y profesoras, cada uno con sus valores y prioridades. Personas que han llegado a ese centro, posiblemente por criterios de cercanía a su domicilio, pero probablemente sin conocer su cultura (la del centro). Personas que en muchos casos están de paso. Personas con prioridades vitales que, aunque podrían alinearse con las del centro educativo, en ese momento no lo están.

Esta es la realidad de gran parte de los servicios de la administración pública, pero también de la muchísimas grandes organizaciones y empresas. Es por este motivo por el cual se se requiere, desde mi humilde punto de vista, atender a estas 6 brechas (claridad, compromiso, transposición, posibilitación, sinergia y responsabilidad) desde la base de la organización (las personas que se mantienen; las fijas; las que tienen destino definitivo) y establecer planes de acogida y formación claros y empáticos con las personas que, al menos en primera instancia, están de paso.

¿Difícil?... ¡Mucho!


Feliz miércoles.

Raül

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Imagen destacada generada con Leonardo IA