David Vico es un filósofo español que actualmente vive y trabaja en México. Comunica de manera coherente, fundamentada y muy graciosa. Lo escuché por primera vez en una entrevista de «BBVA Aprendemos juntos».

La confianza es saber que el otro hará lo que debe hacer o lo que se espera que haga.

David Vico

Escuchas a Vico y verdaderamente te das cuenta de la importancia de la confianza. La sociedad se ha basado y se basa en la confianza. Si en algún momento perdemos la confianza, estaremos realmente acabados. Cuando trabajas, confías que te pagarán por tus servicios. Cuando te operan confías que el médico hará bien su trabajo. Cuando conduces por una carretera de doble sentido confías que los que vienen en sentido contrario irán por el lado correcto... 


En el libro «Aprendizaje basado en el pensamiento» (libro que previsiblemente reseñaré la semana que viene en el blog de re-Programa), lo autores dedican un apartado a «Generar y mantener la confianza», una de las cualidades más importantes de cualquier líder. Los autores señalan un estudio que evidencia que los logros del alumnado están ligados al nivel de confianza relacional de sus escuelas. Personalmente creo que es una conclusión obvia y extrapolable a muchísimos otros campos: trabajo, familia, amistad...

Generar confianza posiblemente sea la tarea más importante de cualquier líder (léase también madre, amigo...). Ahora bien, la confianza no se genera en base a la retórica, sino en base a interacciones francas y consideradas entre las personas.

Me atrevo a afirmar que la confianza tiene dos dimensiones:

  1. La personal, la cual se construye a través de las conductas: ¿Eres una persona de fiar? ¿Si te presto 25€ me los devolverás? (parte activa).
  2. La interpersonal, que implica relajación, comodidad, despreocupación y franqueza para relacionarse con otras personas: ¿Eres confiado? (parte reactiva).

De la adaptación que realiza COSTA, A. y GARMSTON, R. de «Cognitive Coaching Learning Guide» se identifican 4 categorías asociadas a la confianza:

  1. Aceptación. No tener prejuicios, escuchar, dejar a un lado las propias opiniones, sugerencias y comentarios evaluativos.
  2. Fiabilidad. Ser responsable y transmitir que se puede contar contigo, que harás lo que dices que vas a hacer.
  3. Apertura. Compartir con otras personas lo que piensas, no tener motivos ocultos, ser sincero, dejar claras tus intenciones y motivaciones y ser coherente con tu conducta.
  4. Coherencia. Ser una persona sincera y emocionalmente honrada.

Personalmente confío en las personas que muestran benevolencia, honradez, integridad, franqueza, fiabilidad y competencia. Es decir, confío en personas que emiten buenas vibraciones (que son «buenas personas») y además competentes (saben lo que tienen que hacer y lo hacen bien).

¿Puedes confiar en todas las personas? NO. A mi paracer se deben cummplir dos condiciones:

  1. La premisa inicial para poder confiar en una persona es común en todos los casos: debe ser una «buena persona», es decir, una persona honrada, íntegra, franca y, por tanto, fiable.
  2. La segunda condición se relaciona con el ámbito de competencia. ¿Dejarías que te operara tu mecánico? ¿Confiarías que la cirujana te arregle tu coche?...

Con todo lo que he escrito hasta aquí se abren dos vías:

  1. ¿En quien puedo confiar?
  2. ¿Cómo ser una persona confiable?

Podría continuar «filosofando» sobre la confianza (ya lo he hecho en otras ocasiones: «Rumbo, señales, confianza y acción», «Cuatro pasos para innovar»...), pero no lo voy a hacer. Dejo esta reflexión en tus manos.


Feliz miércoles.

Raül

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