La semana pasada escribí ¡Toma decisiones y asume que te perderás algo! Primer post de la serie que dedicaré a mis anotaciones del libro "4000 semanas. Gestión del tiempo para mortales"

Hoy me centro en el segundo capítulo: La trampa de la eficiencia. Vamos al lío...


La trampa.

Ponte en la piel de tu jefe... ¿Le darías el trabajo extra a tu trabajadora más lenta o a tu trabajadora más rápida? Ahora piensa en una avería doméstica... ¿Contactarías con el técnico más eficiente o con cualquier técnico? Ya lo dice Oliver Burkeman:
 ¡Lábrate la fama de hacer tu trabajo a una velocidad asombrosa y te darán más aún!
Posiblemente ya lo hayas comprobado, pero de no haberlo hecho, prueba a procesar tu bandeja de entrada de correo electrónico más rápido. Céntrate durante un tiempo en responder a todos los emails, hazlo rápido, responde de manera eficiente, completa... ¿Cuál será el resultado? Más emails... Y es que ser cada vez mejor al procesar tu email es como subir cada vez más rápido una escalera infinitamente alta: el agobio irá en aumento, pero, vayas a la velocidad que vayas, no llegarás nunca al final.
¿Has probado lo contrario? ¡Pruébalo! Como afirma el autor de 4000 semanas: quien tarda en contestar a los emails descubre, a menudo, que olvidar responder a alguien puede llevar a ahorrarle tiempo: su interlocutor acaba encontrando una solución alternativa para los problemas que lo atosigaba, o la crisis inminente sobre la que te escribía nunca llega a materializarse.
Volverte más eficiente, aplicando métodos de efectividad personal o a través de más y más esfuerzo, no provocará que tengas más tiempo, ni siquiera que tengas la sensación de tener “tiempo suficiente”. A igualdad de condiciones, las exigencias aumentarán, pues a más trabajo que despaches, más trabajo te entrará.

¿Cómo salimos de esta encrucijada? 

Oliver Burkeman nos propone, siguiendo con la idea del post anterior, enfrentarnos a la toma de decisiones. Escribe Burkeman: (...) en el momento en el que dejas de creer que podrás evitar de algún modo tomar decisiones difíciles con relación al tiempo, tomar mejores decisiones se vuelve más fácil. Empiezas a aceptar que cuando hay mucho que hacer - y siempre lo habrá -, la única vía de escape hacía la libertad psicológica es olvidarse de la fantasía de negar los límites e intentar hacerlo todo, y centrarte, en cambio, en hacer unas pocas cosas, pero de las que valen la pena.

¿Y cómo tomar las decisiones correctas?

Difícil, realmente difícil. Una buena estrategia, creo que la mejor, es tener claro tus perspectivas, especialmente tu propósito de vida. Cuando he de enfrentarme ante una decisión compleja, repaso mis perspectivas en orden creciente:
  1. Los objetivos anuales.
  2. Las áreas de responsabilidad.
  3. La visión.
  4. El propósito.

Tomo la decisión en función del nivel de alineamiento que tenga cada una de las opciones, en primer lugar con mis objetivos anuales (agrupados por áreas de responsabilidad), a continuación, si procede, continuo con la visión y finalmente con el propósito.

Construí esta estructura de acuerdo a la propuesta de GTD y lo hice de forma decreciente, es decir, del propósito a los objetivos. Si quieres profundizar en esta forma de proceder, te recomiendo el libro "Haz que funcione" de David Allen. Y para definir tu propósito de vida, a mí me fue genial el curso de Kenso: "Descubre tu propósito".


Feliz miércoles.

Raül

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