Los principios son como faros, leyes naturales que no se pueden quebrantar. Emergen de la superficie una y otra vez, y el grado en que los miembros de una sociedad los reconocen y viven en armonía con ellos determina que avancen en un sentido (positivo) o en otro (negativo). No son prácticas, pues las prácticas son acciones específicas que pueden darnos resultados distintos en momentos y circunstancias distintas (imaginemos, por ejemplo, a una madre y a un padre educando a su segunda hija igual que al primer hijo. ¿Obtendrán el mismo resultado?). Las prácticas son específicas de las situaciones y los principios son verdades profundas, fundamentales y de aplicación universal (la ley de la gravedad, por ejemplo, es un principio)
Los valores son indicadores subjetivos de nuestra conducta y pueden cambiar (usualmente lo hacen). Una cuadrilla de ladrones tendrá valores, pero estos valores violan el principio fundamental de "no robar". Por tanto, los principios no son valores. Stephen R. Covey diferencia principios y valores de forma muy gráfica:
Los principios son el territorio. Los valores son el mapa
El mapa puede estar equivocado, pero el territorio es el que es!!!
Por la sociedad en la que nos ha tocado vivir y/o por la educación que hemos recibido, existen principios que moldean nuestra escala de valores, y por ende, nuestras decisiones y acciones en la vida. Veamos un ejemplo:
Un principio puede ser la "Superación personal", pero los valores que pongamos en práctica para aplicar este principio pueden ser muy distintos. Podemos "superarnos" a costa de lo que sea, o "superarnos" de una manera balanceada, dando lugar también a otros aspectos de nuestra vida personal, como el tiempo para estar con nuestra familia.
Stephen R. Covey nos recuerda constantemente la importancia de los principios en su fantástico libro "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva", y hace referencia a alguno de ellos como por ejemplo: rentitud, integridad, honestidad, dignidad humana, servicio, excelencia, potencial,...
Covey, en el capítulo que desarrolla el segundo hábito (comenzar con un fin en mente) otorga una importancia capital a la misión personal y al hecho de centrar nuestras acciones en principios. El autor afirma que lo que hay en el centro de nuestra vida es nuestra fuente de:
- Seguridad (sentido de valía e identidad)
- Guía (dirección de nuestra vida)
- Sabiduría (perspectiva de la vida)
- Poder (capacidad o facultad de actuar)
En base a estos 4 aspectos clave (seguridad, guía,...), Covey nos razona que la mejor opción es centrar nuestros actos en principios, pues estos son verdades profundas, fundamentales e invariables en el tiempo. Tomar como centro de nuestras acciones otros aspectos parece que no es lo más acertado. Veamos algunos ejemplos:
- Centrarse en el trabajo puede hacer que nos convirtamos en personas adictas y obsesivas, centradas en conseguir una producción salvaje a cuesta de cualquier cosa (la salud, la familia,...)
- Centrarse en las posesiones o en el dinero es poco satisfactorio, pues la experiencia nos dice que pueden desvanecerse rápidamente.
- Centrarse en la familia tampoco es una buena opción, pues te vuelve vulnerable a cualquier cambio respecto a la tradición, cultura y reputación familiar. Una madre o un padre centrados en sus hijos no tienen libertad emocional para poderlos educar pensando en su verdadero bienestar, pues suelen actuar a corto plazo y pocas veces piensan en el largo plazo.
- ...
Pues aquí dejo mi reflexión de este miércoles. Ahora te toca a ti!!!!
¿En que centras tu vida?
¿Cuales son tus principios fundamentales?
¿Qué valores que emplearás para poner en práctica tus principios?
Pasa un miércoles fantástico,
Muy buen artículo y con buen principio para ir a lo fundamental de la vida que en definitiva es lo que le da valor, vigor y fuerza. Nuestra misión como educadores nos hace mirar que cada día sale el sol y de manera diferente. Somos lo que damos y cosechamos.
Muchísimas gracias Arlyn!!!