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Sigo con el resumen del libro de James Clear: «Hábitos Atómicos».

En el POST ANTERIOR reflexioné sobre la atomicidad de los hábitos y lo que el autor llama «técnicas avanzadas». Hoy me centraré en la fase del problema:

  1. Detonante. Lo que insta al cerebro a hacer una cosa; la información que predice una recompensa.
  2. Deseo. La fuerza motivadora que nutre todos los hábitos, es decir, los pensamientos, los sentimientos y las emociones que transforman el detonante en deseo.

El siguiente post cerrará la serie con la fase de la solución.

Vamos al lío...


La primera ley: que sea obvio 

El primer paso del bucle del hábito es el «detonante» y la ley del cambio de conducta asociada es:

  • Para adquirir un buen hábito: que sea obvio
  • Para eliminar un mal hábito: que sea invisible

Antes de adquirir nuevos hábitos, tenemos que aprender a gestionar los que ya tenemos adquiridos. Se trata de ser conscientes de la conveniencia de lo que hacemos. Para esto, el autor nos recomienda identificar el detonante del hábito (parar y pensar)

Las personas que elaboran un plan específico sobre cuándo y dónde harán un nuevo hábito, tienen más posibilidades de conseguirlo.
James Clear

Una estrategia efectiva es el «apilamiento de hábitos». En lugar de vincular un hábito con un momento y un lugar, se vincula con un hábito ya existente.

Después de [hábito existente], haré [hábito nuevo]. 

Ejemplo: Después de tomar el café del mediodía, saldré a pasear 10 minutos.

En este caso, el detonante es el hábito existente (tomar el café del mediodía).

Para conseguir un nuevo hábito, es más importante la claridad y el entorno que la motivación. A la larga, la opción evidente y fácil, condiciona más que la motivación, por muy alta que sea.

El detonante tiene que ser visible y formar parte esencial del entorno. Por otro lado, resulta más efectivo no mezclar contextos porque se imponen los asociados a los hábitos más fáciles. Se trata de conseguir entornos estables, donde cada cosa tiene su lugar y su función.

Los objetos del entorno no definen nuestra conducta; lo que la define es nuestra relación con este entorno.

James Clear

Obviamente la disciplina influye en los hábitos, pero no es necesario ser una persona disciplinada, sino crear un entorno disciplinado. Se trata de hacer obvia o invisible, según se trata de adquirir o eliminar, la exposición al detonante del hábito.

En resumen, la primera ley de la conducta se basa en hacer obvio el detonante del buen hábito y hacer invisible el detonante del mal hábito. Para ello, en primer lugar debemos identificar el detonante. A continuación es necesario condicionar y disciplinar el entorno para que aparezca o desaparezca con facilidad este detonante.


La segunda ley: que sea atractivo

Hacer más atractiva una conducta facilita que se haga, porque, al fin y al cabo, los hábitos son bucles de retroalimentación alimentados por dopamina.

El autor demuestra que la anticipación a la conducta (la previsión), y no la realización (la misma experiencia), es los que nos hace actuar. Es decir, la expectativa de recibir una recompensa nos motiva a actuar.

Una estrategia efectiva para la aplicación práctica de esta segunda ley es el «vínculo con la tentación»: aquello que enlaza una cosa que quieres hacer con otra que tienes que hacer.

Después de [hábito que necesito], haré [hábito que quiero]. 

Ejemplo: Después de estudiar 60 minutos, consultaré Instagram durante 5 minutos.

En este caso, el hábito que quiero es la recompensa, de forma que hago atractivo el hábito que quiero conseguir. Es decir, hacer los que necesitas se traduce en poder hacer el que quieres.

Las costumbres y las prácticas de la vida en sociedad nos arrastran.
Michel Montaigne

James Clear defiende que imitamos los hábitos de 3 grupos:

  1. La gente próxima.
  2. La mayoría.
  3. El poder.

En base a este hecho, una solución efectiva para adquirir mejores hábitos es unirse a una cultura en la cual, la conducta que quieres sea normal. Es decir, es interesante rodearse de personas con los hábitos que queremos adquirir.

La identidad compartida empieza a apuntalar tu identidad personal.
James Clear

En resumen, la segunda ley de conducta se basa en asociar los hábitos que queremos conseguir con experiencias positivas, es decir, en hacerlos atractivos. Del mismo modo, para eliminar los malos hábitos tendremos que asociarlos a experiencias negativas, es decir, hacerlos desagradables. De nuevo, tal y como ocurre con la primera ley de conducta, el contexto es determinante, así que rodearse de las personas adecuadas en cada caso puede hacernos adquirir el hábito que deseamos.


Feliz miércoles.

Raül

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