A finales del verano pasado publiqué una serie de post en los que resumí dos libros asociados a la familia y a la educación de nuestr@s «peques»: «Relájate y educa» y «Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas». Hoy retomo esta temática con el resumen de otro libro: «Familias inteligentes» de Antonio Ortuño.

El libro tiene una lectura sencilla y se estructura en 7 capítulos:

  1. Familias inteligentes.
  2. Toma de decisiones.
  3. El semáforo inteligente.
  4. El semáforo rojo.
  5. El semáforo amarillo.
  6. El semáforo verde.
  7. Ideas marco de la familia inteligente.

Ortuño resalta la importancia de la toma de decisiones, de los límites claros y de la progresiva autonomía de nuestr@s hij@s. Para afrontar la educación de nuestr@s «peques» no propone una herramienta aparentemente sencilla: el semáforo inteligente. En el post que ahora lees analizaré los tres primeros capítulos. El resto del libro lo dejaremos para el post de la semana que viene. Vamos al lío...


Familias inteligentes.

El autor establece la comparativa entre una familia inteligente y un campamento base que sirve de apoyo y acompañamiento. Es decir, la familia inteligente debe permitir comprobar el estado de las provisiones, las predicciones meteorológicas y el material de escalada. L@s hij@s tensionan mientras maduran, hasta verificar que la familia es creíble, firme, consecuente y segura.

Ortuño dedica un espacio al apego y lo define como «el cuidado que proviene de uno o varios adultos significativos y que permite al niño vincularse y crecer sano». Resalta dos grandes funciones:

  1. El apoyo.
  2. El control.

El autor nos indica que el objetivo de las familias inteligentes es conseguir un apego seguro, es decir, que l@s hij@s consigan las dosis adecuadas de autocontrol, autoestima y autonomía.

Antonio Ortuño termina este primer capítulo resaltando la importancia de la «toma de decisiones» como un elemento indispensable para lograr responsabilidad, felicidad, límites, resolución de conflictos...


Toma de decisiones.

El autor defiende que: «educar es intervenir, e intervenir es tomar decisiones». Indica también que se toman decisiones para  enseñar a tomar decisiones, de forma que, a través de la toma de decisiones se fomenta la responsabilidad y la autonomía.

Ortuño propone seis fases para la toma de decisiones:

  1. Concretar la «situación problema».
  2. Recopilar y analizar la información disponible.
  3. Generar alternativas a partir de la información recopilada y disponible.
  4. Seleccionar la alternativa más deseable: según mis objetivos, mis valores…
  5. Llevarla a cabo; actuar sobre la realidad.
  6. Valorar el proceso y los resultados.

Nos recuerda que el cerebro infantil se salta fases y necesita del cerebro adulto para seguir este orden y detenerse el tiempo suficiente en cada una de ellas. Se trata de balancear la parte emocional con la cognitiva.

El autor nos indica que los cimientos de la toma de decisiones son:

  1. Tener control sobre la decisión. Se debe repartir el control de una manera equilibrada, es decir, los hijos deben tener una «porción» de decisión y responsabilidad.
  2. Contar con alternativas. Se debe pasar de una única alternativa (la que proponen/imponen los padres y madres) a las alternativas propuestas por l@s hij@s.
  3. Realizar un juicio predictivo del desenlace. Se debe ser consciente de las consecuencias de cada alternativa.

Afirma el autor que para generar seguridad y apego seguro es necesario:

  1. Adaptar los cimientos: control, alternativas y desenlace.
  2. Usar el lenguaje apropiado (comunicación empática y asertiva).
  3. Mantenerse firme y coherente con las alternativas propuestas (límites claros).

No puedo estar más de acuerdo con Antonio Ortuño cuando afirma que «la educación no consiste en evitar los miedos, sino en enseñar a afrontarlos». Para ello, es fundamental conocer cómo afrontan los riesgos las personas adultas, qué riesgos hay en realidad y cómo se perciben.

Cuantas más contradicciones emerjan, cuanto menos se cumpla lo que se les dice a nuestros hij@s, más se les está mintiendo, menor credibilidad y mayor inseguridad. Por tanto, debes pensar bien antes de tomar decisiones y una vez tomadas, debes ser coherente con ellas.


El semáforo inteligente.

Después de definir el concepto «familia inteligente» y reflexionar respecto de la importancia de la toma de decisiones, el autor nos presenta la técnica del semáforo inteligente como una gran oportunidad para que nuestr@ hij@s demuestren su competencia. Una oportunidad para la confianza, para el respeto, y para afrontar las decisiones e indecisiones de nuestr@s «peques».

Nos recuerda el autor la importancia de fomentar la responsabilidad y aprovechar las oportunidades diarias para que los niñ@s tomen decisiones, avancen y aprendan. Conforme crecen, se debe ir reduciendo el número de veces que se decide por ellos y por ellas.

Ortuño diferencia tres situaciones:

  1. Innegociable. Cuando la persona adulta decide que el niño no puede tomar decisiones.
  2. Se puede negociar. Cuando se decide que el niño o la niña pueden tomar decisiones con unas determinadas condiciones, consensuadas por ambas partes, pero decididas por las personas adultas.
  3. El hijo o hija decide y controla. Cuando el niño o la niña pueden tomar libremente la decisión.

Existirá conflicto cuando el color del semáforo es distinto entre las personas adultas y los niños y niñas. Por tanto, cuanto más claras dejemos las cosas, menos conflictos se producirán. Es decir, se trata de acordar qué acciones colocar en cada color del semáforo.

En el libro se nos propone decidir en base a 10 áreas de convivencia:

  1. Tareas domésticas.
  2. Cuidado del espacio de pertenencias.
  3. Imagen.
  4. Economía.
  5. Tecnología.
  6. Estudios/trabajo.
  7. Horarios.
  8. Hábitos de salud.
  9. Relaciones
  10. Valores y creencias.

Es necesario, en primer lugar, concretar al máximo todas las decisiones que generan conflicto en el entorno familiar (en ambas direcciones). Debe realizarse un listado lo más concreto y claro posible. A continuación se agrupan, en función de la edad (nivel de madurez y autonomía), en tres bloques:

  1. Semáforo ROJO: el control de la situación lo posee la persona adulta. Es una zona dónde el adulto aporta seguridad y protección. Es un NO innegociable.
  2. Semáforo AMARILLO: el control de la situación se puede y debe compartir. El menor debe empezar a tomar decisiones, pero con la supervisión adulta. Se lanzan compromisos y se confía y respeta las decisiones de la decisión de l@s hij@s.
  3. Semáforo VERDE: el control de la situación y la responsabilidad es totalmente del hij@. Los padres y las madres acompañan y están disponibles, pero la decisión final y la responsabilidad de los actos recae plenamente en l@s hij@s.

Las conductas de cada área deben definirse con concreción, brevedad, claridad y consenso. Obviamente el color asignado a cada conducta depende de varios factores, siendo determinantes los valores y creencias de cada familia. Ahora bien, se debe intentar que, en líneas generales, el semáforo en verde se utilice siempre que sea posible y el rojo solo cuando sea estrictamente necesario.

Veamos algunas características que nos señala Antonio Ortuño respecto del semáforo inteligente:

  • Dinamismo. Va cambiando según la edad y el grado de madurez. Cada vez habrá más color verde y menos rojo.
  • Estabilidad. Una vez consensuado el semáforo en una familia, es necesario limitarlo en el tiempo, es decir, que tenga una fecha de caducidad. Si queremos cambiar alguna cosa, debemos esperar a esa fecha. También debemos ser firmes y mantener los límites establecidos y negociados en el diseño del semáforo.
  • Permanencia. Siempre deben haber 3 colores.
  • Proactividad. Los límites y objetivos han sido analizados y consensuados con anterioridad. Debemos alejarnos de la improvisación, pues nos llevará al castigo, la amenaza y la bronca.

Es posible que existan diferentes tipos de semáforo inteligente, por ejemplo: el de los abuelos y abuelas, el de nuevas parejas, el de otras personas adultas de referencia... Deben coexistir y debemos intentar que sean coherentes entre si, pero es lógico que existan diferencias. Es necesario aceptarlas y explicarlas a nuestr@s hij@s.

El autor termina el capítulo reflexionando sobre las posibles aplicaciones del semáforo inteligente:

  • En función del momento de actuación (presente o futuro):
    • El semáforo terapéutico. Interviene en lo problemático.
    • El semáforo preventivo. Anticipa los cambios de colores en las áreas de convivencia.
  • En función de la mente:
    • El semáforo ideal. El ideal, el deseado.
    • El semáforo real. El que se lleva a la práctica de manera consensuada.

La semana que viene analizaremos con mayor detalle cada uno de los colores del semáforo.

Feliz miércoles.

Raül

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