Ayer, 28 de junio, empezaron en la Comunidad Valenciana las oposiciones para el acceso a varios cuerpos docentes, por tanto, hoy nos encontramos en pleno proceso selectivo.
Somos muchos los que creemos que las oposiciones no evalúan cómo deben y por tanto, en la mayoría de los casos, se trata de un proceso doloroso e injusto. De cualquier modo:
¿Se te ocurre algún sistema más justo? ¿El sistema que propones es viable? ¿Atiende a los principios de publicidad, igualdad, imparcialidad...?...
La evaluación es un elemento clave del currículo y una de las tareas más importantes de cualquier docente, posiblemente sea la menos deseada y la que más tendemos a procrastinar, pero por varios motivos es necesaria: para mejorar, para conocer el grado de consecución de objetivos, para acreditar,...
La evaluación es un tema del que se puede desarrollar un estudio profundo y amplio:
- Sus finalidades y principios.
- Sus diferentes tipos.
- Sus modelos: Tyler, Cronbach, Scriven, Parlett y Hamilton,...
- Los procedimientos, técnicas e instrumentos (observación, medida).
- La evaluación de las distintas enseñanzas: infantil, primaria, secundaria,...
- La evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje.
- ...
Como puedes comprobar, en una simple entrada de blog, resulta imposible atender a todos los frentes que abre el concepto “evaluación”. En este sentido, voy a centrarme en:
la evaluación de la práctica docente
La OCDE sitúa la acción docente como el primer factor interno con más relevancia sobre los logros de aprendizaje del alumnado. Por lo que no parece descabellado que se evalúe esta práctica, no sólo para comprobar que esta en línea con los objetivos educativos, sino más bien para poder mejorarla (recuerda: lo que no se mide, no se evalúa, y lo que no se evalúa no se puede mejorar).
La evaluación de la práctica docente debe contextualizarse (clima y cultura del Centro, nivel educativo, formación docente, tipo de alumnado,...) y deben utilizarse diferentes métodos y procedimientos (heteroevaluación, autoevaluación, modelo mixto, evaluación cuantitativa, evaluación cualitativa,...), pues sólo de esta forma se podrá tener una visión holística de los resultados y por tanto contribuir a una mejora docente (evaluación formativa más que sumativa). Todo esto provoca que el proceso de evaluación docente sea tremendamente complejo, no sólo por la necesidad de tener que emplear diferentes técnicas, instrumentos y procesos (aspectos técnicos), sino también por el rechazo que provoca entre el propio profesorado (aspectos políticos). Se trata de un tema muy delicado y las propias Administraciones educativas no han llegado a desarrollar un procedimiento claro al respecto de su aplicación. Por tanto, en la práctica, la evaluación docente no se emplea de forma sistemática y sólo se aplica para el acceso (oposiciones) y de forma marginal en algunos casos concretos (concesión de licencias, acceso al cuerpo de catedráticos,...).
El Estatuto Básico del Empleado Público, en su artículo 20 hace referencia a la evaluación del desempeño (proceso para medir la conducta y el rendimiento, bajo ciertos principios, con unos efectos,...). El Título VI de la LOMCE se centra en la evaluación del sistema educativo (objetivos, ámbitos de actuación, organismos responsables,...). El artículo 106 de la LOMCE hace referencia a la evaluación de la función pública docente, indicando que las Administraciones educativas deben elaborar planes públicos de evaluación, así como el fomento de la autoevaluación y el tener el cuenta los resultados de forma positiva. José Antonio Marina, en su libro blanco de la profesión docente y su entorno escolar, afirma que las y los docentes debemos ser evaluados periódica y sistemáticamente, y establece una serie de procedimientos fundamentales y complementarios.
La cuestión es que, aunque no existe una norma concreta que regule la evaluación de la práctica docente, sí existe justificación legislativa (obviamente también justificación moral y práctica) para evaluar a las y a los docentes.
Atendiendo a los principios que debe respetar cualquier evaluación (formativa, participativa, humanística, multidimensional, multirreferencial, ecológica, contextualizada y reflexiva), quiero resaltar aquí uno de estos procedimientos que me parece tremendamente útil, pues permite la reflexión del propio evaluado y la realimentación por parte de un evaluador externo que, como mínimo, debe contar con una visión más amplia. Se trata del modelo mixto del “portfolio”
Aplicar el “portfolio” a la evaluación de la práctica docente implica reflexión y autoevaluación, por lo que es el propio docente quien puede detectar sus puntos de mejora. Además, al ser revisado por una persona externa (jefe de departamento, equipo directivo, inspección educativa,...) puede contar con una importante realimentación que le permita reconducir, si cabe, su propia reflexión.
Aunque no debe ni puede ser la única herramienta, el “portfolio” me parece una excelente opción para contribuir a la mejora docente. Se trata del primer paso, a partir del cual pueden aplicarse otras técnicas y herramientas que propicien la mejora y la motivación del profesorado.
Pero, ¿cómo aplicamos el “Portfolio”? Al igual que ocurre con el concepto “evaluación”, el desarrollo del “portfolio” también requiere de un estudio amplio y profundo. De cualquier modo, creo que deberíamos contar con una estructura mínima donde se indiquen los aspectos sobre los que reflexionar (satisfacción del alumnado, uso de nuevas metodologías, grado de cumplimiento de objetivos educativos, participación del grupo de clase en proyectos transversales,...) a partir de la cual cada centro educativo pueda incluir algún apartado representativo de su política y por último y no menos importante se debe dejar al propio docente que incluya aspectos relevantes para él. Todo ello con unas indicaciones concretas y claras, como por ejemplo, la extensión máxima, pues dejar un modelo excesivamente abierto tendría una dudosa viabilidad real.
Aunque son muchas las dificultades que todavía nos queda por superar: criterios de calidad (conceptual), forma de obtener la información (técnico-metodológico), cultura evaluativa (política), derechos y deberes de los evaluados (legal), intimidad y honor (éticos),... estoy convencido que la evaluación docente y educativa es necesaria y sobretodo positiva, siempre y cuando sea formativa, holística y contextualizada
Pues nada más, aquí dejo mi reflexión de hoy, y si eres opositora u opositor y has decidido descansar unos minutos para leer esta entrada, te deseo lo mejor:
suerte, perseverancia y optimismo
Por cierto, no olvides demostrar elegancia y solvencia ante el tribunal, tal y como demuestra Lindsey Stirling en el siguiente vídeo
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=4MCjU-Du3eI]
Te deseo un día GENIAL!!!!
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