En nuestro artículo anterior, comenzamos a explorar las ideas del libro «Educar para un mundo cambiante» de David Perkins. Hoy, continuamos este viaje para desgranar cómo podemos construir un aprendizaje que verdaderamente merezca la pena.


El dilema del currículo: ¿Acumular o seleccionar con propósito?

David Perkins nos lanza una analogía poderosa: «El conocimiento es como una bicicleta, nos lleva a alguna parte». Si aceptamos esta premisa, la pregunta es inevitable: ¿por qué nuestras aulas están llenas de «bicicletas» que no llevan a ningún sitio?

El autor diagnostica que el currículo actual sufre del «síndrome del garaje lleno»: acumulamos contenidos por inercia, porque parece más seguro conservar lo viejo que hacer espacio para lo nuevo y funcional. Este síndrome se alimenta de tres enfoques educativos que, aunque bienintencionados, presentan debilidades significativas:

  1. Foco en el rendimiento: Se obsesiona con los resultados medibles (logros), sin diferenciar si el conocimiento evaluado es valioso para la vida o meramente anecdótico.
  2. Foco en la información: Prioriza la acumulación de datos y hechos, un conocimiento que se olvida con facilidad y que pierde relevancia en un mundo donde la información es omnipresente y accesible.
  3. Foco en la especialización: Profundiza en la complejidad de las disciplinas sin preguntarse qué ideas clave se llevarán los estudiantes para su vida. Perkins defiende que la educación básica no debe aspirar a crear especialistas prematuros, sino a cultivar un «amateurismo experto».

Una persona con «amateurismo experto» es alguien que, sin dominar los aspectos más avanzados de una materia, entiende sus fundamentos con solidez y sabe aplicarlos con seguridad y criterio. Por ejemplo, en estadística, quizás no domine la regresión lineal, pero comprende qué significan la media y la desviación típica, y es consciente de que una muestra pequeña puede conducir a conclusiones engañosas.

La educación tradicional, con su estructura rígida, no responde a la increíble conectividad del mundo actual. La propuesta de Perkins es clara: debemos encontrar un equilibrio y priorizar un aprendizaje que realmente valga la pena.


Los Grandes Temas de Comprensión: El GPS para la vida

Frente al currículo desbordado, Perkins propone centrarnos en los «grandes temas de comprensión». No se trata de un listado cerrado y universal —no existe un "Santo Grial" del currículo ideal—, sino de ideas y conceptos que nos equipan para navegar la vida.

Un tema es «grande» cuando ofrece:

  • Información: Proporciona conocimiento sobre el mundo.
  • Actos: Inspira y guía la acción.
  • Ética: Plantea dilemas y fomenta la reflexión moral.
  • Oportunidad: Abre puertas a nuevas formas de pensar y actuar.

En nuestro día a día, cerca del 90% de lo que hacemos se basa en lo que Perkins llama «conocimiento-receta»: rutinas y procedimientos que aplicamos sin pensar. Pero es el 10% restante, los grandes temas de comprensión, lo que nos permite afrontar lo nuevo, resolver problemas complejos y actuar cuando las recetas fallan. Estos temas contribuyen a nuestra vida de tres maneras esenciales:

  • Orientan la toma de decisiones.
  • Ayudan a deliberar sobre situaciones complejas.
  • Proporcionan una base sólida para el aprendizaje futuro.

Mientras que invertir en un «conocimiento de nicho» solo rinde frutos en un área técnica específica, invertir en grandes temas de comprensión nos beneficia por el simple hecho de vivir en el mundo.

El alumnado que quiera explorar itinerarios profesionales debe tener la oportunidad de estudiar el lado más técnico de una determinada materia, pero el núcleo de la educación general debería colocar en primer plano los grandes temas de comprensión.

David Perkins


El motor de la curiosidad: El poder de las Grandes Preguntas

Junto a los grandes temas, Perkins sitúa las «grandes preguntas», aquellas que, como los grandes temas, están preparadas para llevarnos más allá. Son valiosas no por sus respuestas cerradas, sino por su capacidad de impulsar el pensamiento.

Preguntas como ¿De dónde venimos?, ¿Qué fuerzas mueven la guerra y la paz? o ¿Cómo afrontamos desafíos globales como la pobreza? pueden ser el motor de una educación para lo desconocido. La clave es que despierten la capacidad de maravillarse, el estímulo fundamental para reflexionar sobre lo que no sabemos.

El currículo no debería organizarse en torno a respuestas, sino en torno a las grandes ideas, problemas y preguntas que ese contenido ayuda a explorar. Es un cambio de paradigma: pasar de un aprendizaje basado en la recepción a uno orientado a la búsqueda. Para ello, podemos usar enfoques como:

  • Preguntas socráticas: Desafían conclusiones, exigen pruebas y desvelan supuestos.
  • Preguntas vivas: Se centran en temas de investigación actuales que dan relevancia y foco a las conversaciones.

El objetivo no es solo convertir lo extraño en familiar (presentar conocimiento nuevo), sino también volver lo familiar extraño, impulsando al alumnado no solo a buscar respuestas, sino a aprender el arte de plantear sus propias preguntas. Algunas preguntas catalizadoras que propone Perkins son:

  • ¿Qué te hace pensar eso?
  • ¿Cuál es el otro lado de la historia?
  • ¿Qué estamos dando por sentado?
  • ¿Qué pasaría si combinamos estas dos ideas?
  • ¿Cuál es el verdadero problema aquí?

El aprendizaje más profundo surge de la búsqueda personal. La respuesta que se nos da, a menudo se olvida; la que se busca y se conquista, se comprende y se integra. El objetivo, por tanto, no es solo aprender las respuestas, sino dominar el proceso de preguntar y reflexionar.

En ocasiones, las mayores barreras que encontramos para nuestro avance no aparecen cuando no tenemos ni idea de lo que está pasando, sino cuando estamos demasiado seguros de saber la respuesta.

—David Perkins


Feliz finde.

Raül

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NOTA: este post es una versión actualizada del que publiqué en re-programa.com el 27/03/2024

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