En un artículo anterior exploramos el marco legislativo y los principios que dan forma al Proyecto Intermodular de FP. Hoy, quiero que nos centremos en el «cómo», en la puesta en práctica que tanto nos ocupa y, a veces, nos preocupa.
El corazón del proyecto: un puente entre saberes
Recordemos la finalidad de este proyecto: ser un puente que conecta las competencias que el alumnado va adquiriendo en los distintos módulos a lo largo de su formación. Su valor no reside en acumular conocimientos aislados, sino en tejer una red de aprendizaje continuo que active competencias transversales y dé un significado global al ciclo formativo.
La clave es sencilla, pero poderosa: no se trata de repetir lo que se enseña en cada módulo, sino de aplicarlo de forma combinada para resolver retos o situaciones problemáticas reales.
Manos a la obra: ¿por dónde empezamos?
El primer paso, que la propia normativa nos invita a dar, es reflexionar sobre la relación que existe entre los módulos de un mismo ciclo (artículo 8 del Decreto 114/2025) . Como equipo educativo, nuestra tarea fundamental es sentarnos a identificar esas conexiones de manera cooperativa y colegiada. Este análisis es el germen de un proyecto intermodular exitoso, el mapa sobre el que construiremos todo lo demás.
En el libro «Programaciones didácticas para FP. Una propuesta práctica y fundamentada», proponemos incluir un apartado llamado «Carácter intermodular» que, precisamente, ayuda a visibilizar y formalizar estas conexiones.
La brújula del proyecto: sus propios resultados de aprendizaje
Es fundamental entender que el módulo de Proyecto Intermodular tiene una asignación horaria específica, un profesor o profesora que lo lidera y, lo más importante, sus propios Resultados de Aprendizaje (RA). Estos RA son nuestra verdadera brújula.
Por ejemplo, para un ciclo de grado medio, los RA son:
- Caracteriza las empresas del sector...
- Plantea soluciones a las necesidades del sector...
- Planifica la ejecución de las actividades...
- Realiza el seguimiento de la ejecución...
- Transmite información con claridad...
Como ves, el foco está en competencias transversales y profesionalizadoras: analizar, planificar, comunicar.... El contenido técnico es el vehículo, pero no el destino.
Imaginemos un ciclo de Instalaciones Eléctricas y Automáticas. El reto podría ser la electrificación de un edificio con paneles solares. Para resolverlo, el alumnado aplicará conocimientos de varios módulos (instalaciones interiores, electrotécnia, solar fotovoltaica...), pero el objetivo principal no es evaluar los RA de esos módulos, sino los del propio proyecto: ¿han caracterizado bien la empresa instaladora?, ¿han planificado la ejecución correctamente?...
Lo mismo ocurriría en el ciclo de Servicios de Restauración con un reto sobre un servicio de catering en un refugio de montaña. Se combinarían saberes de distintos módulos, pero la evaluación se centraría en los RA específicos del Proyecto Intermodular.
El mito del «Superprofe» y la «Falta de tiempo»
Ahora llegan las preguntas del millón: Pero, Raül, ¿esto significa que el profesor del proyecto debe saber de todos los módulos? ¿Tiene que ser un MacGyver pedagógico? Y, sobre todo, ¿de dónde sacamos tiempo para coordinarnos?
Es cierto que la persona que lidera este módulo debe tener una visión holística del ciclo y altas competencias de liderazgo, más allá de su conocimiento técnico. Pero no, no tiene que ser un superdocente. La clave es la colaboración.
La gestión de la atención (mal llamada gestión del tiempo) es uno de nuestros mayores desafíos diarios y la carga de trabajo puede ser intensa. Sin embargo, me gustaría poner en valor los espacios de los que ya disponemos dentro de nuestra jornada laboral para la coordinación del «Proyecto intermodular». Nuestra jornada laboral, de 37 horas y 30 minutos semanales, está diseñada para equilibrar la docencia directa con otras tareas fundamentales. De las 30 horas de permanencia obligatoria en el centro, disponemos de un valioso tiempo que podemos aprovechar para la coordinación. Concretamente, nuestro horario incluye varias franjas destinadas a la colaboración:
- Horas complementarias semanales: Además de las guardias, estas horas contemplan reuniones de departamento didáctico, que pueden ser un punto de partida excelente para la coordinación de proyectos.
- Horas complementarias de cómputo mensual: Disponemos de 5 horas semanales computadas mensualmente para la asistencia a reuniones de equipos educativos y otros órganos de coordinación docente. Este es, sin duda, el espacio idóneo para planificar, desarrollar y evaluar nuestro proyecto intermodular.
- Horas de coordinación: La normativa garantiza un mínimo de una hora lectiva semanal para la dirección de cada departamento y para las figuras de coordinación establecidas.
Estos tiempos no son un extra, sino una parte integral de nuestra jornada, pensada precisamente para facilitar la colaboración y el desarrollo de iniciativas pedagógicas que, como el módulo de «Proyecto Intermodular», benefician enormemente al alumnado.
Estoy convencido de que, si optimizamos estos espacios de encuentro ya establecidos, podemos coordinarnos eficazmente para sacar adelante el «Proyecto intermodular» sin que ello suponga una sobrecarga, sino una forma más de enriquecer nuestra labor docente.
Feliz finde
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